No se si estoy triste, no lo sabría diferenciar.
Puedo sentir el pulso adormeciéndoseme, mucho tiempo apretando el puño.
Acostumbrándome a no sentir, ahora no puedo ni siquiera descubrir a que se debe esta ansiedad.
Yo me siento extrañamente sola en una ciudad rara que me mira con cara de cemento.
Me preguntan desde lejos: “¿esta dura la mano por allá?”…
Y, o te mata un mosquito, o un auto, o un choro. La mano esta dura siempre, habrá que ser mas duro.
Me preguntan cosas sin sentido, mientras el rey lagarto repite this is the end.
Siento ese malestar general provocado por mi cerebro recorrer mi sistema nervioso.
La consigna de hoy era pintar el paisaje del natural. Yo pinte mi cuadro, me dijeron que era digno de generarle pesadillas al chico manos de tijera.
Solo era un ejercicio estúpido de paisajes…
Luego vino el que lo evaluaba. “Es hermoso”- admitió el hombre, “pero debo admitir que acabas de aterrarme”.
Mi día esta hecho, mi propósito era que vean la pesadilla hecha realidad.
Camino a casa, el entorno y sus personajes con papel carbónico por mente y perfumados de repelente contra insectos me miraban, como si vieran en mi un paisaje hermoso y aterrador. Se nota a la legua que no pertenezco.
Aun así agradezco ser la pesadilla, y sentir mi mandíbula apretada… ahí vienen las palpitaciones. Solo las soporto. Es mi corazón, que desesperadamente me grita que aun sigo con vida.
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